Reflexiones del 05 al 08 de Noviembre
LA ViRGEN DE LA ALMUDENA
La Virgen de la Almudena es la patrona de Madrid... oficialmente solo desde 1908, pero desde siempre en los corazones de los madrileños, incluso mucho antes de que la ciudad fuera Villa y Corte. Su representación más antigua, el retablo del siglo XV, pintado por Juan de Borgoña, se encuentra en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, la única de España consagrada por un Papa (en 1993, por Juan Pablo II) y neoclásica por fuera y neogótica por dentro. Aunque la Almudena sea la patrona durante todo el año, el 9 de noviembre es su día y el nuestro para recordar el porqué, cuándo y cómo.
Según cuenta la leyenda, cuando el apóstol Santiago (el Mayor) llegó a Hispania, en el año 38 de nuestra era, para evangelizar al prójimo, trajo consigo, entre muchas otras cosas, desde Jerusalén, una escultura de la Virgen (María, claro está). San Calocero, uno de sus discípulos, la dio en ofrenda a la iglesia de Santa María, situada en la Cuesta de la Vega, para que los aún no denominados “madrileños”, pero casi “gatos”, pudieran adorarla y/o invocarla en sus plegarias futuras. Y allí se quedó hasta la conquista musulmana.
Tras la derrota de los visigodos y la muerte de su rey Rodrigo, durante la batalla de Guadalete, en 711, el Califato Omeya conquistó el sur de la Península Ibérica o al-Ándalus, según como se mire. En la segunda mitad del siglo IX, el emir de Córdoba al poder, Muhammed I mandó construir un alcázar (una fortaleza), en la colina situada sobre el río-arroyo Manzanares (donde el actual Palacio Real), así como una muralla para proteger la pequeña villa de los asaltos cristianos. Antes de la (re)conversión de la iglesia de Santa María en mezquita, en 916, sus feligreses sacaron la única imagen de la Virgen que tenían y la escondieron en un cubo o nicho de la muralla.
La Virgen debe su salvación, según cuentan la leyenda y el primer milagro de La Almudena, a Rodrigo Díaz de Vivar, nuestro famoso Cid Campeador, y, según la Historia, al Rey Alfonso VI el Bravo. De camino a Madrid con la intención de rescatar a la santísima estatua, Rodrigo liberó a un leproso, caído en una zanja, que se convirtió al minuto en una figura femenina, afirmando que era la Virgen de la Almudena e indicándole donde se encontraba su imagen. Al día siguiente, el 9 de noviembre de 1085, el Cid y sus caballeros de viaje llegaron al lugar indicado al mismo tiempo que el Rey Alfonso con sus tropas y asistieron, juntos, a la milagrosa aparición de la Virgen (bueno, la segunda para el Cid) al derrumbarse, de repente, una parte de la muralla dejando al descubierto la estatua emparedada hasta ahora. Tras más de 3 siglos de dominación árabe, la Virgen de la Almudena volvió a ocupar su lugar en el altar mayor de su iglesia de origen, nuevamente cristianizada.
En 1707, se colocó una estatua de piedra de la virgen en su cubo-escondite, en recuerdo a los acontecimientos acaecidos y decisivos en la Historia futura tanto de la ciudad como del país. En 1868, la pequeña parroquia de Santa María, la más antigua de la ciudad (por ser la primera, de hecho) fue demolida sin remordimientos por los reformadores al poder para ampliar la calle Bailén y con la firme intención de construir un templo digno de la grandeza de la joven capital, nuestra futura Catedral.
La Virgen debe su salvación, según cuentan la leyenda y el primer milagro de La Almudena, a Rodrigo Díaz de Vivar, nuestro famoso Cid Campeador, y, según la Historia, al Rey Alfonso VI el Bravo. De camino a Madrid con la intención de rescatar a la santísima estatua, Rodrigo liberó a un leproso, caído en una zanja, que se convirtió al minuto en una figura femenina, afirmando que era la Virgen de la Almudena e indicándole donde se encontraba su imagen. Al día siguiente, el 9 de noviembre de 1085, el Cid y sus caballeros de viaje llegaron al lugar indicado al mismo tiempo que el Rey Alfonso con sus tropas y asistieron, juntos, a la milagrosa aparición de la Virgen (bueno, la segunda para el Cid) al derrumbarse, de repente, una parte de la muralla dejando al descubierto la estatua emparedada hasta ahora. Tras más de 3 siglos de dominación árabe, la Virgen de la Almudena volvió a ocupar su lugar en el altar mayor de su iglesia de origen, nuevamente cristianizada.
En 1707, se colocó una estatua de piedra de la virgen en su cubo-escondite, en recuerdo a los acontecimientos acaecidos y decisivos en la Historia futura tanto de la ciudad como del país. En 1868, la pequeña parroquia de Santa María, la más antigua de la ciudad (por ser la primera, de hecho) fue demolida sin remordimientos por los reformadores al poder para ampliar la calle Bailén y con la firme intención de construir un templo digno de la grandeza de la joven capital, nuestra futura Catedral.
En cuanto al nombre Almudena, los historiadores no consiguen ponerse de acuerdo: unos dicen que viene del árabe “al-mudy” (pronunciado “almudín”) y que significa “depósito de trigo/cereales” (y resulta que había uno junto al nicho de la Virgen); y otros, que procede de “al-mudayna”, es decir, “ciudadela” o recinto militar construido junto al alcázar donde se encontraba el “al-mudy”. Definitivamente, los caminos del Señor son inescrutables... o no...
Después de refrescarnos la memoria colectiva, los versos de (Félix) Lope de Vega (conocido por su Caballero de Olmedo y su Perro del Hortelano), que escribió, en 1625, aparentemente para cubrir el vacío documental sobre esta tradición madrileña, cobran aun más -si cabe- sentido en un día como hoy:
Después de refrescarnos la memoria colectiva, los versos de (Félix) Lope de Vega (conocido por su Caballero de Olmedo y su Perro del Hortelano), que escribió, en 1625, aparentemente para cubrir el vacío documental sobre esta tradición madrileña, cobran aun más -si cabe- sentido en un día como hoy:
Madrid, por tradición de sus mayores,
busca su imagen con devota pena,
donde los africanos vencedores
tenían de su trigo la Almudena.
El muro, produciendo varias flores
por los resquicios de la tierra amena,
con letras de colores parecía
que les mostraba el nombre de María.
La imagen, pues, tan limpia y bien tratada
salió del muro, aunque de piedra era,
que parecía que con ser pintada
conservaba también ser siempre entera (...).
El pino de que es hecha, siempre entero,
a tanta edad se muestra inaccesible,
que a no ser Dios el escultor primero
pareciera a los años imposible.
En su virtud, el cándido madero,
como si fuera cedro incorruptible,
imita al dueño de quien fue traslado,
que no admitió carcoma de pecado.
Aún nos queda tiempo para
acostumbrarnos que la vida es como es.
Poniendo del derecho el alma
porque el mundo está quedando del revés.
Lo malo es que a veces no hay tiempo
Lo bueno es poder empezar
“La felicidad está
en la sala de espera de la felicidad”
Por eso hay que seguir bailando
mientras haya música.
Seguir riendo mientras haya un chiste.
Seguir soñando porque aún es gratis,
Porque para un sueño aún no hay peaje.
Mirar la vida de reojo me ha hecho más frágil
Y al hacerlo de frente inmolé al cobarde.
Las barreras siguen en pie,
pero con la diferencia de que
Hoy yo soy más fuerte.
Un corazón auténtico hace que las manos se expresen (expresarse)