Virgen de la Almudena



Oficialmente desde 1908, pero desde siempre en los corazones de los madrileños, incluso mucho antes de que la ciudad fuera Villa y Corte, la Virgen de la Almudena es la patrona de Madrid. Su representación más antigua, un retablo del siglo XV, pintado por Juan de Borgoña, se encuentra en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, la única de España consagrada por un Papa (en 1993, por Juan Pablo II) y neoclásica por fuera y neogótica por dentro. Aunque la Almudena sea la patrona durante todo el año, el 9 de noviembre es su día y el nuestro para recordar el porqué, cuándo y cómo.

Según cuenta la leyenda, cuando el apóstol Santiago (el Mayor) llegó a Hispania para evangelizar al prójimo, en el año 38 de nuestra era, trajo consigo desde Jerusalén, entre muchas otras cosas, una escultura de la Virgen (María, claro está). San Calocero, uno de sus discípulos, la dio en ofrenda a la iglesia de Santa María, situada en la Cuesta de la Vega, para que los aún no denominados “madrileños”, pero casi “gatos”, pudieran adorarla y/o invocarla en sus plegarias futuras. Y allí se quedó la cosa hasta la conquista musulmana.

La Virgen debe su salvación, según cuenta la leyenda y el primer milagro de La Almudena, a Rodrigo Díaz de Vivar, nuestro famoso Cid Campeador, y, según la Historia, al Rey Alfonso VI el Bravo. De camino a Madrid con la intención de rescatar a la santísima estatua, Rodrigo liberó a un leproso, caído en una zanja, que se convirtió al minuto en una figura femenina, afirmando que era la Virgen de la Almudena e indicándole donde se encontraba su imagen. Al día siguiente, el 9 de noviembre de 1085, el Cid y sus caballeros de viaje llegaron al lugar indicado al mismo tiempo que el Rey Alfonso con sus tropas y asistieron, juntos, a la milagrosa aparición de la Virgen (bueno, la segunda para el Cid) al derrumbarse, de repente, una parte de la muralla y dejando al descubierto la estatua emparedada hasta ahora.

Tras más de 3 siglos de dominación árabe, la Virgen de la Almudena volvió a ocupar su lugar en el altar mayor de su iglesia de origen, nuevamente cristianizada. Sin embargo, en 1868, la pequeña parroquia de Santa María, la más antigua de la ciudad (por ser la primera, de hecho), fue demolida sin remordimientos por los reformadores al poder para ampliar la calle Bailén, pero eso sí con la firme intención de construir un templo digno de la grandeza de la joven capital, nuestra futura Catedral.

Y nosotros como no podía ser de otra forma también hemos hecho honor a nuestra patrona con nuestra ya típica procesión, en la que no pueden faltar los costaleros, el estandarte y la cruz de nuestro señor.











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