Un año sin tí...


En esta mañana gris y fría de Edimburgo, en el que el sol ha salido pero las temperaturas siguen teniendo una sola cifra, me llega la noticia de que el hermano Cecilio ha fallecido. Y, aunque a mí nunca me dio clase, la noticia de su pérdida me deja en suspenso, empañándome la vista, obligándome a minimizar la pantalla en la que trabajo y logrando que abra una hoja de Word para escribir lo que siento.
Recuerdo que la primera vez que oí su nombre fue en la clase en la que nos explicaron que la letra C era CE delante de las vocales E e I. "Os podéis acordar siempre del hermano CECIlio, así no lo olvidaréis fácilmente".
- ¿Quién es Cecilio? - pregunté en un susurro al que, durante todos los años que duró mi escolaridad, llamé mejor amigo.
- Es el profe de mates de los mayores - me respondió, refiriéndose a los gigantes de sexto de primaria - le da clases a mí hermano. Por lo visto - añadió, bajando aún más la voz - por lo visto es muy exigente.
Y así apareció, como una figura distante, pero siempre presente, repartidor oficial de fotocopias en las aulas y campeón de fútbol en el patio del recreo. A mí nunca me dio clase, porque llegué a su curso el año después de su jubilación, pero me estudié el mínimo común múltiplo en apuntes escritos de su puño y letra, porque la profesora que le sustituyó dijo que no encontraríamos nunca ningún libro de texto que explicara aquella lección mejor. A mí nunca me dio clase, pero su constante presencia en la secretaría, combinada con su manía de saludar a todo el que pasara por la puerta del colegio, hicieron con el tiempo que se aprendiera mi nombre.
Hoy me llega esta noticia, en este día de invierno gris y escocés. Y yo, que tendría que estar trabajando, siento que para desanudar la garganta tengo que verter en letras todo esto. Porque aunque a mí nunca a me diera clase, al hermano Cecilio le sentía padre, abuelo y maestro, y eso que para mí, en concreto, no fue ninguna de las tres cosas, o las fue todas, al mismo tiempo.

Que el hermano Cecilio nos deja, 
Y sin haber tenido hijos, 
Nos deja a todos un poco huérfanos.

Alumno Colegio San Gabriel 



Hace ya un año que todos tuvimos sentimientos similares a los mostrados en la carta... 


Pero un año sin tí nos ha hecho darnos cuenta que sigues estando entre nosotros, que por muchos años que pasen seguirás en los pasillos, en las aulas, en los patios y con todos nosotros acariciándonos el alma... 





Un placer haberte conocido...

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